Nuevo Informe de la Prefectura Naval Argentina

Cómo atenuar los efectos de los derrames contaminantes

Existen complejas variables que condicionan y restringen las opciones para luchar contra una descarga contaminante, y se debe a que la evaluación del riesgo no puede prever exactamente los requisitos de un suceso real, o que la respuesta se vaya desarrollando paso a paso como en un libro de texto.

Sus resultados sólo sirven para ayudar a los responsables de la planificación, a elaborar una capacidad de respuesta que resulte adecuada, adaptable y creíble, como parte de la gestión del riesgo


26 de diciembre de 2016  | Fuente: PNA

Llegado el caso de un derrame, se requiere que las personas a cargo del operativo sean flexibles durante las maniobras de respuesta. Es posible que el viento o las malas condiciones meteorológicas no permitan utilizar la opción planificada como idónea, con lo que la protección del litoral se convertirá en el objetivo principal. Por el contrario, si el clima es favorable, se podrán efectuar operaciones en el agua no previstas, como la movilización de medios aportados por las capacidades de los niveles superiores.

Los resultados de la preparación para la respuesta, obtenidos mediante el proceso de gestión del riesgo, serán propios de la operación evaluada y deben prever suficientes variantes. Es necesario cuidar que sus resultados no surjan de enfoques muy prescriptivos o formulistas, olvidando los aspectos reales, y el foco central de la evaluación debe aportar indicaciones generales sobre la estrategia adecuada, la capacidad de respuesta por niveles y las prioridades de los elementos receptores.

EVALUACIÓN DEL SUCESO

Producido un derrame contaminante, no todas las características del hecho coincidirán puntualmente con las de la situación hipotética prevista en la evaluación del riesgo, por lo que el plan de contingencia debe incluir procedimientos operacionales sólidos, para asegurar que la respuesta real se base en información verdadera y pertinente sobre el suceso, evitando actuar "a ciegas" o automáticamente, y la estrategia real debe responder a los pormenores propios del caso.

Es posible que la evaluación del riesgo justifique el uso de dispersantes en un lugar concreto, en base al beneficio neto que supondrá para el ambiente. Sin embargo, puede ser que un estudio de campo ayude a decidir si conviene usar dispersantes en un suceso real, según el tipo de producto y grado de meteorización en las condiciones predominantes. La decisión podría basarse en los resultados obtenidos después del "análisis de beneficio ambiental neto", del que las evaluaciones previas forman parte.

Con una adecuada evaluación operacional de un suceso real, pueden movilizarse los recursos a partir de la capacidad de respuesta por niveles. Mediante impresos y listas de comprobación normalizadas previstas en los planes de contingencia, se pueden  facilitar los procedimientos de evaluación, mientras las actividades de formación y los ejercicios deben consolidar el uso de esas herramientas.

MOVILIZACIÓN DE LOS RECURSOS

En las operaciones contra derrames se utiliza equipo especializado, como barreras, pulverizadores de dispersante, raseras, bombas, etcétera, y equipos genéricos como herramientas, máquinas para movimiento de tierra y demás. También es probable que si el suceso de contaminación es importante, se necesite contar con embarcaciones de transporte, aeronaves y vehículos.

Los vehículos requieren combustible y el personal debe tener elementos de seguridad, alojamiento e instalaciones que brinden algún bienestar; las redes de comunicación y la documentación son primordiales en la operación de respuesta. En resumen, luchar contra un suceso de contaminación de grandes dimensiones puede ser todo un reto, para el que los planes de contingencias deben facilitar un marco adecuado de gestión y coordinación.

Para que la operación sea exitosa se debe facilitar el paso de un nivel a otro, si hay indicios que lo ameriten. Denegar la necesidad de movilizar recursos de apoyo complementarios, o esperar que la capacidad de responder se sature, lleva a una acción ineficaz. Los planes de contingencia deben prever procedimientos para alertar o tener listos para utilizar los medios pertenecientes a niveles superiores, que permitan una movilización inmediata en el momento que se necesiten.

En el proceso hay elementos clave que juegan un papel muy útil, como el volumen derramado o la cercanía de lugares ambiental o socio-económicamente sensibles. Los factores específicos pueden confundir para determinar la reacción, como se ve en dos ejemplos:

 

1. Para un derrame de 50 toneladas de productos livianos refinados se necesitará una respuesta muy distinta a la necesaria para el mismo volumen de fuel-oil pesado.

2. Más allá del volumen que se derrame, en un puerto deportivo local o en una zona protegida será necesario tener medios asignados que permitan proteger esos lugares de las sustancias nocivas que pudieran llegar al agua.

Entre los distintos tipos de factores cabe mencionar los Operacionales (probabilidad y volumen de un derrame, tipo de producto, efectos negativos del derrame, viabilidad de montar una operación de respuesta segura y eficaz), factores Contextuales (proximidad del derrame a la base de operaciones u/o entornos sensibles, condiciones hidrometereologicas), Logísticos (provisión de personal y medios de apoyo, acceso al soporte provisto por el nivel de respuesta nacional) y Legales (política ambiental y aspectos jurisdiccionales locales, prescripciones gubernamentales sobre acciones de respuesta o en materia de  residuos peligrosos, influencia ejercida por las autoridades nacionales, provinciales o locales), etc.

GESTIÓN DEL SUCESO

Para atenuar las consecuencias y aprovechar los recursos, es indispensable contar con un sistema organizado de gestión. Se debe tener presente un asunto primordial: La presión de los medios de comunicación y otros interesados, que si es mal atendida ante un hecho importante, puede hacer que el esfuerzo de respuesta se desvíe radicalmente de lo previsto. En el peor caso, se puede llegar a situaciones donde el asesoramiento experto se invalide ante medidas populistas, como una limpieza agresiva o invasiva del litoral. Esto puede significar que el operativo, en vez de reducir el daño neto causado al ambiente, lo agrave, dando el resultado más insatisfactorio que se puede esperar.

Las funciones necesarias para alcanzar una coordinación y gestión eficaces, se pueden organizar de distintas formas, y no hay reglas estrictas sobre las estructuras de organización, que deban aplicarse al ámbito local, zonal y nacional. Pero hay principios generalmente aceptados que deben cumplirse durante una operación, como son:

1. La organización debe estar claramente definida y entendida por todas las personas implicadas, que deben conocer sus funciones y responsabilidades.

2. Los procesos de toma de decisiones deben diagramarse lógica y racionalmente.

3. Los procedimientos de comunicación entre las partes deben ser eficaces.

4. El equipo de gestión debe centrarse en prioridades y objetivos claros que regirán las

    Operaciones , garantizando que lleguen a los contingentes de respuesta.

Los componentes funcionales que siempre deben incluirse para organizar la gestión, son:

Sistema de mando: Dispone la estructura de mando para las operaciones y la determinación de prioridades. Es responsable de actividades conexas como atención a los medios de comunicación, implicancias legales, preocupaciones expresadas por las partes interesadas, etcétera. Para contribuir positivamente, sus componentes deben ser las personas con más experiencia en la lucha contra derrames, y con formación teórica como "Jefe al mando del suceso" o "Jefe en el lugar del siniestro".

Planificación: Es el grupo encargado de elaborar el plan de respuesta para su aprobación por el sistema de mando, y los planes diarios de tareas para los equipos de respuesta. La clave de este grupo radica en conseguir una gran cantidad de información y acorde a ésta, generar una planificación lógica que garantice la eficacia de la respuesta.

Operaciones: Este equipo constituye la "vanguardia" de la operación de respuesta, que debe acometer las misiones diarias conforme al plan de acción aprobado. Esta función despliega y utiliza los sistemas y el personal necesarios para atenuar los efectos negativos del derrame contaminante.

Logística: Esta función garantiza que el personal necesario, el equipo de respuesta, el transporte, las ‘zonas de sacrificio’ asignadas para eliminar el derrame, los alimentos, el equipo de protección individual y las instalaciones de limpieza se encuentren disponibles y operativas en todo momento. Mantiene el contacto con las empresas subcontratadas necesarias para efectuar la operación de limpieza y lleva el control sobre las mismas.

Finanzas: Sus responsables se encargan de hacer el seguimiento económico